SANT JOANERS PEL MÓN. José María Santos Rovira, profesor de lingüística en Portugal, anteriormente profesor de lengua española en China e Indonesia

En agosto de 2004, José María y María José emprendieron un viaje rumbo a China junto con su hijo David de un año y 9 meses. En 2007, tras tres años viviendo en Cantón (Guangzhou) nació Sara.  Ahora, tras pasar 7 años en Asia, viven en la capital de Portugal, Lisboa, desde 2014, con una cultura más parecida a la Española y muy alejada de las «rarezas» de los países asiáticos.

Cuando le preguntamos por qué decidieron irse a vivir a China, José María afirma que nunca se plantearon irse allí, «simplemente salió, me presenté a unas plazas de profesor universitario y me tocó esa». Y sin pensarlo mucho, hicieron las maletas y pusieron rumbo a otro continente.  En 2007, se mudaron a Yakarta, en Indonesia, al ofrecerle una oferta de trabajo «interesante», pero en este país sólo estuvieron un año, en 2008 volvieron a China, pero esta vez se fueron más al norte, a Nigbo (Zhejiang).

Durante los 7 años que estuvisteis en Asia ¿qué destacarías?

Muchísimas cosas, si empiezo, no sabría dónde acabar. Para mí, lo más importante fue descubrir que la comida, tanto china como indonesia, es estupenda, y no se parece en nada a lo que sirven en los restaurantes chinos o indonesios en España. Igualmente, el contacto y la interacción con las personas es totalmente diferente, por lo que aprendes a vivir de otra forma.

¿Qué cosas aprendisteis durante vuestra estancia allí?

Muchísimas, pero lo más importante, es que creo que todo el mundo debería vivir en algún país extranjero al menos un año de su vida. Así verían las cosas de manera muy diferente a aquellos que siempre han vivido en el mismo lugar.

Por lo general, se da por supuesto que en el lugar en el que uno ha nacido es donde mejor se vive, donde mejor se come, donde la gente es más agradable, etc.

La realidad es que, simplemente, una persona se ha acostumbrado a un tipo de vida, un tipo de comida y un tipo de gente, por lo que es en ese ambiente donde se siente cómoda. Si va a otro lugar por un período corto de tiempo, lo siente todo extraño y echa de menos aquello a lo que está acostumbrado.

Sólo después de vivir años fuera, es cuando se entiende que las diferencias no son en términos de mejor o peor, sino de cercano o lejano, próximo o extraño. Lo que para un español es cercano y próximo, y se siente cómodo con ello, para otra persona puede ser lejano y extraño, y hacerle sentir incómodo.

¿Qué cosas buenas y malas destacarías de cada una de las ciudades en las que vivisteis?

En Cantón hay muchas cosas buenas (clima, comida, carácter de la gente, muchos lugares interesantes), y malas, quizás que es excesivamente grande y contaminada, pero es igual en todas las ciudades asiáticas. Ningbo me gustó menos (peor comida, peor clima, para mis gustos), y Yakarta también me gustó mucho (clima cálido, magnífica comida picante, gentes de carácter amable), y tiene los mismos puntos negativos que Cantón (demasiado grande, demasiados coches).

 

De todas ellas José María se queda con Cantón, fue la que más le gustó y en la que más cómodos se sintieron, él y su familia.

Recordamos que David, el hijo de José María y María José, tenía un año y nueve meses cuando se fueron a vivir a China. Pero sus padres afirman que al tener esa edad no tuvo problemas de adaptación, «vives allí como en cualquier otro lugar». Además, consideran que esta experiencia está siendo muy beneficiosa para David ya que «tiene una mente mucho más abierta, más madura y más completa».

Tras los 7 años en el continente asiático, José María, María José, David y Sara, emprendieron una nueva aventura y pusieron rumbo a Lisboa, donde a José María le surgió una oportunidad laboral «muy buena».  Barajaron varios destinos, pero la capital portuguesa fue la primera oferta que salió y decidieron que era hora de tener un cambio.

Llevan 3 años en Lisboa, y hasta el momento califican de magnífica la experiencia. David y Sara se han adaptado perfectamente a la cultura portuguesa. Tanto José María como María José consideran que en Portugal, la gente es más tranquila y formal con respecto a los españoles.

De momento no se plantean cambiar de destino, tampoco saben cuánto tiempo más estarán en Lisboa, pero dejan la puerta abierta a nuevos retos y aventuras.

 

 

 

Cristina Rubio

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